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martes, 1 de septiembre de 2009

¿Que hacer si mi hija ha sido maltratada? Guia para padres Parte 1

Las situaciones de violencia y maltrato son muy frecuentes en las relaciones de pareja. Mucho
más de lo que se piensa. La violencia en la parejano tiene edad ni estatus social, tampoco conoce de niveles culturales o posición económica. No tiene relación con las drogas ni con el alcohol y, en la mayoría deos casos, tampoco con enfermedades ni trastornos neurológicos.
Una de sus causas –siempre presente– es el machismo y su difundida creencia de que la mujer es un ser “inferior”, “inmaduro” o “incapaz”. Todos los demás factores, podrán incrementar y desenfrenar una violencia previamente construida por esta manera de pensar, por creer esto de algún modo u otro. Por ejemplo, esto se comprueba en muchos hombres que beben alcohol o se drogan y se “permiten”arremeter contra su pareja, sin embargo jamás lo hacen contra un superior (su jefe por ejemplo).
La cultura patriarcal en la que vivimos sitúa al hombre como un ser superior. Superior al resto de los integrantes de su familia, siendo él quien decide y dirige lo que los demás pueden y deben hacer. Durante los 5000 años que dura este modelo cultural (el patriarcado), la cultura ha formado y propiciado costumbres y prácticas que ponderan al hombre sobre la mujer, promoviendo un modelo de pareja donde el vínculo es asimétrico, desigual, donde el hombre considera que la mujer es un ser inferior y a quien debe controlar, dominar y someter. Un ser sobre el cual puede decidir y a quien debe disciplinar, utilizando métodos violentos si fuese “necesario”, llegando incluso a producirle la muerte si ella intenta alcanzar su autonomía e independencia. A pesar del tiempo transcurrido, estos modelos, aún hoy en el siglo XXI, son sostenidos por gran parte del imaginario social, favoreciendo y justificando la actitud violenta de muchos hombres hacia sus parejas. Muchos homicidios de mujeres, se presentan como “crímenes pasionales”, como si la pasión fuese compatible con el asesinato; muchos asesinos ven atenuada su condena en la justicia porque “la mujer lo engañaba con otro hombre”, como si la conducta de la víctima justificase cualquier barbarie desde el victimario; y la “violación marital” continúa siendo uno de los delitos más silenciados- que no se denuncia no sólo por temor y vergüenza de la víctima, sino por lo que es peor: por desconocimiento de la mujer de que le asiste el derecho a decidir cuándo y cómo tener relaciones sexuales, aún en el marco de una relación de pareja formal como el matrimonio.
Aún hoy, en el S. XXI, se continúa silenciando la violencia que afecta a las mujeres de todas las edades. Los padres de las jóvenes1 víctimas de violencia por parte de su pareja, desconocen lo padecido por su hija hasta que ella regresa a convivir con ellos; o hasta que un episodio de violencia muy grave provoca la intervención de la policía o el servicio de asistencia médica de urgencia, por ejemplo. En el caso de las amistades cercanas, éstas también desconocen la profundidad y gravedad de la violencia, aún cuando a veces han presenciado discusiones entre la pareja, que no asocian a una conducta violenta, y no creen que esas peleas se podrían repetir y agravar en otras circunstancias. Nadie piensa que él puede pasar a la violencia física cuando la pareja se quede a solas.
Muchas veces, no se logra comprender el alto riesgo de esas “discusiones” y por lo tanto nadie se involucra ni interviene para ponerles fin. La cercanía de los vínculos con ambos integrantes de la pareja les impide creer que ese chico, que jura que la quiere y está perdidamente enamorado de ella, pueda llegar a hacerle daño o puede convertirse en uno de los que aparece en las noticias del periódico. Estas conductas sólo han comenzando a cambiar con el cambio de actitud de las mujeres, que en los últimos años, y favorecidas por la presencia pública del tema, se atreven a denunciarlo. Tanto en su mundo privado (ante sus amistades o sus familiares) como ante la justicia o los servicios de asistencia especializados. Esto ha permitido trabajar en el entorno y ayudar tanto a las víctimas como a su familia. No obstante, el porcentaje de denuncias o de solicitud de ayuda por parte de las jóvenes es aún muy bajo.

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